Mi aventura en Viena comenzó por la tarde en busca de Karlskirche. Aunque los cielos nos recibieron con un clima semilluvioso y nubes grises, las calles aún mostraban cierta actividad; no obstante, esta duraría poco. La vida comercial en la capital austriaca disminuye considerablemente después de las 19:00 horas, un dato clave para cualquier viajero. Solo nos dio tiempo de disfrutar de nuestro primer almuerzo: el famoso Wiener Schnitzel (escalope de ternera empanizada) con patatas y una refrescante cerveza, antes de que el grupo se retirara a descansar del viaje.
🍽️ El Impacto del Schnitzel y la Noche Vienesa
Una vez que todos estuvieron cómodos, decidí salir a explorar Viena sin un destino fijo. Lo primero que noté fue, precisamente, la tranquilidad post-18:00 h. A las seis de la tarde, cuando aún no oscurecía del todo, la mayoría de los negocios ya estaban cerrados. Mi paseo inicial me llevó a las inmediaciones del Palacio Belvedere; sin embargo, ya estaban cerrando sus puertas. Decidí continuar mi camino, observando las imponentes fachadas de las embajadas, hasta que llegué al Monumento a los Héroes del Ejército Rojo, una plaza con una fuente danzante, perfecta para hacer una pausa y elegir la siguiente dirección.
⛪ La Fachada que Robó mi Atención: Kreuzherrenorden m. dem roten Stern
Al avanzar por una calle en diagonal, tuve mi primer encuentro arquitectónico significativo: la fachada de la Orden de los Canónigos de la Santa Cruz de la Estrella Roja (el edificio lateral de la Karlskirche). Confieso que fue esta fachada la que primero capturó mi atención. Su diseño, con una estatua blanca y una cruz roja sobre un fondo negro y detalles dorados, resultaba un contraste fascinante contra el muro blanco que la resguardaba. Este edificio es un ejemplo de la arquitectura barroca ecléctica de la zona. Tras unas cuantas fotos, seguí mi camino.
✨ El Encuentro con la Majestuosa Karlskirche
Al dar la vuelta por el costado, me encontré con la entrada lateral de la Iglesia de San Carlos Borromeo, donde vi a mucha gente entrando para asistir a los conciertos de Vivaldi y Las Cuatro Estaciones que se ofrecían esa temporada. Al seguir caminando, la sorpresa fue total: la majestuosa Karlskirche se reveló frente a mí. Esta obra maestra del barroco en Viena es, tal como la imaginaron los Habsburgo, imponente, ecléctica y deslumbrante. Tuve la fortuna de verla justo al atardecer, donde la luz decreciente permitía apreciar su esplendor. La fuente frente a ella ofrecía un reflejo perfecto, a modo de espejo, de esta joya arquitectónica.
🌃 La Postal Neogótica para Terminar el Día
Cansado, pero maravillado, emprendí el regreso al hotel tomando una ruta diferente. Viena tenía una sorpresa más guardada: me encontré de pronto con una vista impresionante de la Iglesia Parroquial de Santa Isabel. Su torre neogótica se erigía imponente, contrastando con los edificios circundantes. Fue una postal realmente bonita y el final perfecto para mi primer día de travesía en Viena.

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